El pequeño salvaje (L'Enfant sauvage) es una película francesa de 1970, dirigida por François Truffaut e inspirada en la historia de Víctor de Aveyron, niño que en 1790 fue encontrado en los bosques de Francia, cerca de Toulouse,
donde aparentemente había pasado toda su niñez (su edad no fue
conocida, pero los habitantes del lugar calcularon que tenía 12 años).
La película se desarrolla alrededor del año 1800 en Francia y se basa en
la biografía de Victor von Aveyron, tal como fue recogida por el médico
Dr. Jean Itard.
La película se rodó al estilo de un documental, en blanco y negro, y es una de las obras clave del director, que además interpreta el papel de Dr. Itard.
Esta película de Truffaut trata la importancia que tiene el proceso de socialización
en el ser humano y las implicaciones que tiene su ausencia. Por otra
parte, Truffaut muestra el contraste entre la libertad, ingenuidad y
felicidad del ser humano en estado natural y la hipocresía y corrupción
de la civilización.
Los niños marginales
Uno de los mayores desafíos de la educación en todos los tiempos es la
educación de niños en situación de total o parcial marginalidad. Hoy día, en
nuestros países civilizados, siguen apareciendo niños que por su abandono,
malos tratos, encarcelamiento o aislamiento, tienen todas las características
de los niños salvajes, ya estudiados y clasificados por Linneo.
El interés de expertos, pedagogos, médicos y psicólogos de socializar a
estos niños es un fenómeno común en todo el mundo. Siempre atormentó esta duda
a los filósofos y otros profesionales interesados, despertando el interés desde
el siglo XIX. Para que el hombre salvaje ya no provocara miedo y se convirtiera
en un ser aceptable, fue necesaria la intervención de la ficción, la creación
de un héroe como Tarzán, capaz de conservar su humanidad mientras desarrollaba
al mismo tiempo un cuerpo atlético y adquiría sentidos aguzados de los
animales.
A partir de la película El niño salvaje de Truffaut, como hizo también con La piel dura y Los 400 golpes, vamos a entrar en la problemática
educativa de los menores abandonados, de la mano del cine, animando a investigar a partir del film sobre los
fundamentos históricos de la película, sus protagonistas, y sobre otras
situaciones similares.
Empleando técnicas procedentes de
campos de la más variada índole como la voz en off del documental o los cierres
de iris del cine mudo, Truffaut planteó con esta película la sustitución del
Hombre Natural que defendían las tesis rousseaunianas por el Hombre Moral,
forjado a partir de un largo proceso integrador y dotado de un sentido de la
justicia incuestionable. Esta propuesta, plagada de signos y elaboradas claves,
deja entrever algunos retazos de la biografía de su autor, marcada por una infancia
difícil y su superación a través del cine.
El médico-pedagogo Jean Itard luchó para
insertar a Víctor de Aveyron en la sociedad francesa de comienzos del siglo XIX, consiguió
ser su mentor y acreditar ante el reconocido psiquiatra Pinel, que Víctor podría
llegar a ser civilizado e independiente. Los
escritos de Itard sobre el caso fueron utilizados por Truffaut para hacer el
film L'enfant sauvage. La figura de Víctor, en el filme de Truffaut,
refleja exactamente la fascinación que los «salvajes» ejercen
sobre los «civilizados» y plantea el debate sobre cómo
educarlos.
El director: François Truffaut
Nació en París en 1932 y murió en 1984. Fue lector temprano, ávido
cinéfilo, delincuente juvenil, crítico cinematográfico, actor y director de
cine. A comienzos de la década del cincuenta fue adoptado por el crítico André
Bazin y Janine, su esposa. Truffaut, que ya había sido involuntario huésped de
instituciones correccionales y desertor del ejército francés; recibió en el
seno de la familia Bazin el afecto y cariño que le había faltado en su familia,
y protección ante el sistema legal que lo perseguía.
Si hay un hecho evidente en la filmografía de François Truffaut es que su
vida está presente en sus películas. De Los cuatrocientos golpes a Vivamente
el domingo, su ópera prima y su último filme respectivamente, todas y cada
una de sus 21 cintas son un espejo transparente de su biografía, sus
sentimientos, su pensamiento y su inmenso talento.
Desde pequeño, Truffaut había buscado refugio en los libros y en el cine.
Su amor por la literatura cuenta con un homenaje directo en Fahrenheit 451,
donde sus textos preferidos arden bajo el fuego de la dictadura imaginaria que
creó Ray Bradbury, y la literatura apenas sobrevive en la memoria de unos
vagabundos que repiten a Maquiavelo, Poe, Bronte, Austen, Dafoe y tantos otros.
La transición de la adolescencia a la madurez están presentes de una
manera viva en sus películas. En el caso de Antoine Doinel, el héroe de sus
primeras películas, retratado en una tetralogía de filmes en la que el
personaje y su actor protagonista crecen al unísono. Los cuatrocientos
golpes, Besos robados, Domicilio conyugal y L'amour en
fuite son las cuatro películas consagradas a Doinel y, en ellas, Truffaut
lleva a la pantalla sus propias obsesiones, desde las de un niño maravillado
por el séptimo arte, hasta las aventuras amorosas.